A Dios le encanta usar un vaso roto

>> Monday, November 29, 2010

Como mujeres bien regadas, ocasionalmente solamente vemos nuestras fracturas.
Vemos claramente nuestras grietas y fisuras. Nos sentimos ocasionalmente como somos inútiles o de poco uso como servientes al Padre. Pero porque miramos a través de un vidrio débil tenemos visión limitado y lo qué nosotros vemos como defectos Dios lo ve como oportunidades de regar las vidas de otras personas alrededor de nosotros. Bendiciones y me agradezco a mi amiga especial Carolina por enviar me estre recordatorio oportuno por este mensaje.

TonyR

Hay una vieja historia que cuenta el cuento de un frasco de agua agrietado. Diariamente, un serviente llevó dos frascos grandes en un yugo abajo del hombro para traer el agua del día. Un frasco era nuevo y robusto, mientras que el otro era viejo y tenía una grieta en él. No era una grieta grande, sino que se escapó bastante de modo que para el momento en que el serviente llegara a la casa de su amo, el frasco casi hubiera perdido mitad de su contenido. Esto significó generalmente que el serviente tuvo que volver para más agua durante el día.
Esto continuó por años hasta una mañana que el serviente despertó y oyó el griterío del jarro. Cuando él le preguntó cuál era el problema, el frasco expresó su dolor en ser un envase tan pobre. Se lamentó por causar la pérdida de tanta agua y por causarle trabajo adicional para el serviente. El serviente inmediatamente se levantó y llevó el frasco al poso y le preguntó al frasco lo que el vio. Allí, en el amanecer temprano, el frasco vio que el lado del pozo donde se escapó el agua y detrás del pozo era un alboroto de flores y de vides fructíferas, mientras que el otro lado creció simplemente la hierba.

El serviente le dijo al frasco agrietado que él podía comprar un nuevo frasco en cualquier momento - su amo era un hombre rico y práctico - pero que él había guardado el frasco agujereado porque es goteo constante había creado este jardín de placeres. Además, él dijo, la alegría que él sentía por llas flores hermosas y las frutas deliciosas cuando él caminaba hasta el pozo y para atrás valieron cada gota perdida adicional y cada paso. Y el frasco aprendió que lo qué el había temido que era su defecto más grande era realmente su regalo más grande.

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